domingo, 17 de mayo de 2015

La odontología franquista

La odontología franquista

En estos días de molestias de muelas, supongo por estar cansados los dientes de tantos años haciendo su función, como todo se desgasta... Lo cierto es que se me viene al pensamiento la pregunta ¿Hemos avanzado mucho en esto de la higiene dental?

Cuando pequeños a pocos de los sesentones actuales nos dijeron ¡Niños lávate los dientes después de comer! Lo normal entonces es que en la pre-adolescencia, más o menos, cuando comenzábamos a fijarnos en el sexo contrario, también nos fijáramos en los dientes, y digo dientes porque es lo que más se ve de la boca. Las muelas les dábamos importancia cuando comenzaban a doler, antes como si no existieran.
Así que nuestros primeros contactos con esos señores de batas blancas, solía ser una experiencia un poco tardía, bastantes veces demasiado tarde para una pieza, la primera que perdías.
A partir de esa pieza perdida, que ya habías experimentado el dolor y la falta de ella a la hora de comer, muchos nos comenzamos a preocuparnos por dicho tesoro.
Antes decía lo de la bata blanca pero la verdad es que he visto desde un camarero, venido del campo cómo en el Bar Chisparra, en el sillón del barbero Juan Benítez “Chirrinca”, que ejercía allí en un rinconcito. Sentaba a un hombre y con unos alicates, sin anestesia ni la más mínima asepsia, le sacaba las muelas, a la brava. El hombre salió de allí y seguramente se fue a su trabajo diario.
Por todas las imágenes se ve que la odontología no ha sido una ciencia muy huemana.

También tuvimos en Ubrique un señor, que al parecer fue sanitario en el bando franquista y que por influencias políticas ejercía la odontología como si hubiese estudiado para ello. Este la ejerció hasta muy mayor, luego vino por un tiempo un hijo de él que le sucedió. Jamás tuvo problemas legales.

Después venía un medico del Bosque, que no tenía titulación de odontología según se decía de él, pero que en su pueblo tuvo problemas con una señora de parto que se murió, pudiéndose evitar y por esto se comentaba que la gente de allí no lo querían, incluso que fue expulsado del a Seguridad Social.
A este una de las pocas veces que fui , con la molestia del dolor me pareció ver que recogió el vaso de plástico, de un solo uso para utilizarlo de nuevo. La siguiente vez tomé el vasito cuando terminé, lo arrugué todo lo que pude y lo arrojé a la papelera, y me dice el nota, ¿ Por qué hace eso? ¿Y qué quiere que haga con un vasito usado? Contestándome: eso se lava y sirve para otra vez. Así que no me extrañas que se le muriera la parturienta. Por supuesto no volví más por allí y lo fui publicando cada vez que venía a cuento. Entonces no existía la OMIC con Juani Rodríguez.
Esto no es pintura, es real

Hubo otras veces que teníamos que ir a Benaocaz a un tal D. Cecilio, que también era médico y este señor sí sacaba las piezas bien, eso sí cortito de agua, porque entonces solían tener problemas de abastecimiento. Le sucedió otro médico, negro, que no lo hacía mal, siempre estoy hablando de extracciones, otro tipo de intervenciones ni lo soñábamos.

Como mucho cuando te faltaran muchas piezas y tuvieras dificultades para comer, podías ir a la tienda de “Cristales” y podías buscar si había alguna de las que tenía en una caja que te viniese bien, o medio bien. O esperar a la feria, o que de vez en cuando venía un señor vendiéndolas a domicilio, y encontrar una que viniera a tu medida, más o menos.

Luego vinieron las prótesis a medida, en una pasta imitación del color de la encía, pero con mucho grueso que te hacía comer en pequeñas cantidades. Y por fin con las nuevas generaciones de dentistas de mediado de los 80, llegaron las prótesis de titanio, eso aunque no es lo natural era otra cosa

Es verdad que Fatou, el dentista, sobre 1968-69 me hizo un empaste, cosa que había escuchado pocas veces y que dudaba mucho que sirviera para algo.
Me dijo que la pieza estaba en malas condiciones pero que haría lo posible por salvarla. Duró poco tiempo, la pieza ya no daba más, además con flemón. Que me daba unos días “memorables”, me dijo: la anestesia no te va ha hacer efecto, si es capaz de aguantar.
Y como no estaba dispuesto a seguir soportando más dolores pues...zasss. Recuerdo que se le caían los sudores por la cara abajo. Cuando por fin cedió, me la enseñó y me dijo: si hubiera muchos como Ud. dejaba la profesión. Tenía las cuatro raíces normales y una quinta en el centro con la punta curva, que impedía salir.


Luego vinieron los de la nueva escuela, entre ellos varios argentinos y Fabiola y su esposo, que eran bastante buenos. Ya estos asentados en la conservación de todas las piezas, a través de revisiones periódicas, higiene continua y tratamientos protectores.
Dando lugar y estando nosotros en otro pueblo a las nuevas técnicas de implantes, ortodoncias, etc...que suelen estar asociadas muchas veces a franquicias y precios elevados.
Por suerte aquí nos hemos encontrado un señor argentino que es bastante bueno, que le gusta y sabe de su profesión, va por libre y no suele hacer sangre cuando cobra.


Hasta Fatou, 1968-69, incluso en algunos casos bastante después que él, la odontología en Ubrique, al igual que en la mayoría de los pueblos de España, consistía en “sacar” la pieza que dolía, sin más.
Por tanto la mayoría de personas mayores estaban total o parcialmente desdentados y esto hacía que la boca de los mayores estuviera metida hacia dentro.

Cuando eres más mayor y conservando la mayor parte de tus dientes, la verdad que se echa de menos que no hubiésemos tenido esa educación desde pequeños, que jamas en la escuela nos dijeran lo necesario de tener una higiene bucal, ni la familia, ni los médicos. Somos un poco victimas de haber nacido demasiado pronto para algunas cosas. Pero es lo que hay y es lo acepto, a cambio hemos visto de primera mano cómo un país ha ido evolucionando.