domingo, 21 de febrero de 2010

La familia de mi madre

Federico Salas era mi  abuelo materno, murio en 1924-5,  mi madre era segunda última de dos hermanos y cinco hermanas, tenía entonces cuatro o cinco años.
Por lo que me contaba mi madre era picapedrero, el que hizo la mayor parte de las piedras de molino de Ubrique. Además un montón de zocalos de marmol rojo de una beta encontrada en el Caldereto. Aun hay algunos en viviendas actuales como en la Plaza de la Trinidad, cuando se baja desde la Calle Nevada la casa que nos encontramos de frente, lindando con el rincón, donde está el descrito de forma plástica la Santisima Trinidad.
Mi madre que solian ir con otras hermanas al medio día para enviarle el almuerzo, en más de una ocasión se encontraban que una de las piedras sacadas se les venía hasta el Algarrobal, rompiendo cuerdas y arrollando todo lo que se ponía por delante.
Mi abuelo era alcoholico y tal vez por esto era un tipo bastante raro, malhumorado y a veces se ponía violento, pero a las niñas pequeñas- mi madre y mi tía María- se las llevaban a las vecinas para escapar de las iras del padre borracho o malhumorado.
Cuando murió, se acercó un vecino. "Tio canana" y les enseñó un papel a mi abuela firmado por mi abuelo que pedía que lo enterraran por lo civil, con lo cual no lo llevarían a la Iglesia y le tocaba la banda de música marchas fúnubres durante el recorrido.
Esto mi madre lo escuchaba desde la casa de María García por tener pocos años.
Antes de morir mi tío Federico le dijo: te vas a morir y no nos vas a dejar ni una foto. Arreglaté que voy por el fotógrafo para tener por lo menos un recuerdo. 
Al parecer no tenía intención de dejar ni eso a su família y en cuanto se fue mi tio en busca del retratista, que era como se les decía entonces, se largó por el corral que daba al Carril y se subió al los tajos por debajo de la cruz, para ver cuando se iba el señor con la máquina a cuesta y poder bajar sin ser retratado.
Mi abuela  María tambien como la paterna, era una señora mayor, cuando yo era pequeño y como no disponía de casa, a veces dormía en la de la familia de mi padre, en la parte que habitábamos y otras veces, dormía con Maria García "la Chanfleta", que además de ser una señora extraordinaria por su bondad y  gran corazón, era comadre, es decir la suegra de mi tio Francisco Salas Flores.
Mi tio Francisco era el mayor de los siete hernmanos y tuvo que tomar las riendas como cabeza de familia, supongo, por lo poco que conocí a mi abuela, era una mujer de su época, normalmente anuladas como un cero a la izquierda.
Mi tio tuvo la gran suerte de conocer a D. Francisco Fatou y Lucas, como profesor y al igual que todos sus alumnos solían tener una formación muy por encima de la media.
Siendo joven entró como peón albañil en la construcción de ABC, más conocido por Santamaría. Este señor que no debería apreciar el valor del trabajo, cuando lo vió trabajar le dijo al encargado de obra que le ensañara otras cosas. Saliendo de allí como un magnífico oficial con un gran prestigio, por su destreza y preparación técnica.
Así les fue trascurriendo la vida, las hermanas pequeñas, sobre todo la ultima estuvo más tiempo en la escuela, pero las mayores, trabajaron desde pequeñas, como criadas en Jerez (Aurora y Trinidad y Rosario y Rafaela, mi madre)  y poco aprendienron de números, letras y lecturas. 
En cambio mi abuela era un caso muy raro hoy, pero no entonces, sabía leer pero no escribir.
Cuando entraron las tropas moras en Ubrique el 27 de Julio se fueron por la Cañada de los Gamonales arriba
mi abuela con los siete hijos y mi tío Francisco que ya estaba casado y con la mujer encinta de la segunda y la primera de pocos meses.
Fueron por cortijos  y pueblos, campo através buscando algo que comer, cosa muy difícil por ser una riada de personas que trataban de huir hacia Málaga, que todavía era fiel a la Republica.
Comian lo que podian y se encontraban a veces con cortijos como el de Pompa que los socorrieron con  generosidad. Eran los principioos  y aun no se notaba tanto la escased. O pueblos como Pujerra en la ruta de los castañares, que tambien ayudó a muchos ubriqueños, que se iban juntando por esos montes formando una comitiva de personas y animales muy difícil de abastecer, por su gran numero.

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